HÁBITOS CURIOSOS DE CINCO GRANDES NARRADORES AL MOMENTO DE ESCRIBIR | Patalibro

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HÁBITOS DE CINCO GRANDES NARRADORES AL MOMENTO DE ESCRIBIR

¿Qué hicieron los escritores que amamos para escribir las obras que más nos han gustado? ¿Qué hábitos tenían que les permitieron dar rienda suelta a su creatividad? ¿Eran realmente genios o solo obreros de las palabras?

TRUMAN CAPOTE
Capote supuestamente escribía en posición decúbito supino – o sea, tumbadísimo, tal y como ves en la foto-, con una copa de jerez en una mano y un lápiz en la otra. En una entrevista a The Paris Review en 1957, Capote explica: «Soy un autor completamente horizontal. No se me ocurre una buena idea a menos que esté acostado, ya sea en la cama o tendido en un sofá con un cigarrillo y un café a mano. Tengo que estar fumando y bebiendo. A medida que la tarde avanza me muevo del café al té de menta, para luego ir al jerez o los martinis. No uso máquina de escribir. No al principio. Escribo mi primera versión a mano y luego hago una revisión completa, también a mano».

ERNEST HEMINGWAY
Hemingway dijo que escribía 500 palabras al día, sobre todo en las mañanas, para evitar el calor. Aunque era un escritor prolífico, también sabía cuándo parar. En una carta a F. Scott Fitzgerald en 1934, escribió: «Escribo una página de una obra maestra y noventa y una páginas de mierda. Ya he puesto la mierda en la basura».

WILLIAM FAULKNER
Faulkner bebía mucho whisky cuando estaba escribiendo. Podríamos decir que desarrollo cierta adicción al alcohol. Todo comenzó cuando conoció a Sherwood Anderson, otro joven escritor de relatos cortos y ambos vivían en Nueva Orleans allá por el año 1957. Faulkner explicó así su relación con Anderson, la vida de escritor y el alcohol: «Nos reuníamos en las noches y nos íbamos a un lugar a beber y estábamos allí hasta alrededor de la una o dos de la madrugada bebiendo. Anderson hablaba y yo escuchaba. Luego, en la mañana yo me ponía en reclusión y escribía –con los efectos de la resaca que trataba de mitigar con pequeños tragos-; y la próxima vez que nos veíamos lo mismo: pasábamos la tarde y la noche juntos bebiendo, charlando, contándonos posibles historias y a la mañana siguiente a trabajar. Y pensé entonces que si esa era la vida que había que llevar para ser escritor, que así sería la vida para mí».

VLADIMIR NABOKOV
El hombre que amaba las tarjetas organizadoras (index cards). La mayoría de sus novelas fueron escritas a mano en tarjetas de 3 por 5 pulgadas, las juntaba con clips y las almacenan en cajas delgadas. En una entrevista a The Paris Review en 1967, Nabokov dice: «Mi horario es flexible, pero soy bastante particular sobre mis instrumentos: armado con las tarjetas de papel Bristol, lápices bien afilados y con gomas de borrar en los extremos; no es demasiado difícil escribir».

FLANNERY O’CONNOR
En El hábito de ser (The Habit of Being), Flannery explica: «Escribo solamente cerca de dos horas todos los días, porque eso es toda la energía que tengo, pero no dejo que nada interfiera en esas dos horas, siempre el mismo tiempo y en el mismo lugar». Desde que la autora enfermó de lupus, cualquier actividad era muy agotadora para ella, así que se sentaba a escribir frente a la superficie en blanco de una cómoda de madera, que no le ofreciera distracciones.