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PATAGONIA

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Aztecas-Mexicas

El imperio de Mesoamérica

Autor: Raúl Pérez López-Portillo
Editorial: Sílex, Ediciones
I.S.B.N: 9788477375968
Precio: $ 40390.00 / u$s 46.11
Materia: -Humanidades -> -Religión y creencias -> -Otras religiones -> Religiones Indigenas Americanas - -Humanidades -> -Historia -> -Historia: acontecimientos y temas específicos
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Tipo de producto: General


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Reseña

El pueblo mexica o azteca, fue una de las grandes culturas del México Antiguo. A diferencia de otros pueblos, en menos de doscientos años, pudieron dominar al resto de sus vecinos, les impusieron fuertes impuestos y los obligaron a servirles como vasallos. Su enorme poder salió de la región de los lagos de la cuenca del Altiplano Central y se extendió hacia las dos costas, el golfo de México y el Pacífico y llegó hasta la frontera con el mundo maya. Conminados a ser imperio, gracias al designio de sus antiguos dioses y a una religión que exigió sacrificios humanos, los mexicas hicieron de su capital, México-Tenochtitlán, el centro del universo conocido. Son los últimos herederos de las grandes culturas que poblaron el territorio del México Antiguo. Los aztecas-mexicas se convirtieron en el imperio más importante de Mesoamérica, hasta que llegaron del Oriente los conquistadores españoles encabezados por Hernán Cortés, el único soldado que pudo derrotarlos después de un prolongado cerco militar, por tierra y agua, gracias a los indios aliados, rebeldes al poder de México, y una mejor tecnología de guerra: ballestas, arcabuces y cañones, la vitalidad de los caballos y la peste de viruela que asoló, durante la guerra, las ciudades gemelas de Tlatelolco y Tenochtitlán, la capital del Imperio mexicano. Después de la derrota azteca, solo resistieron los mayas, en las exuberantes selvas del sureste. El señor de México-Tenochtitlán, Moctezuma Xocoyotzin, víctima de su gran sensibilidad religiosa y atrapado por los mitos y presagios sobre el fin de su imperio, recibió a los soldados extranjeros en medio de una crisis política entre la élite gobernante hasta que, desconocido por el pueblo, le sucedieron durante la guerra contra los españoles Cuitláhuac y Cuahtémoc, el último tlatoani mexica, ahorcado por Cortés en la selva maya de Tabasco.