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La chica pájaro, de Paula Bombara, ingresa en la lista White Ravens 2016

La obra, que habla sobre la violencia de género, se alzó con este galardón que otorga la Biblioteca Juvenil Internacional

“Con La chica pájaro, Paula Bombara ofrece una fantástica y resonante novela sobre violencia doméstica cuyas facetas se muestran a través de las voces de varios personajes. El ritmo de su escritura, como un staccato, marca la respiración de Mara en oraciones cortas y es un espejo del estado psicológico de su protagonista”, explica el jurado el porqué La chica pájaro (colección Zona Libre, editorial Norma) fue elegida para integrar la prestigiosa lista de White Ravens 2016 (selección que realiza la Biblioteca Juvenil Internacional con sede en Múnich).

“De pronto, Mara ve la oportunidad y abre la puerta del auto. Sale corriendo sin mirar los semáforos y cruza la avenida. El auto queda detenido. Eso la salva y le regala minutos. Eso hace posible el escape”, así comienza La chica pájaro, con la huída de esta adolescente que está dispuesta a escapar del dolor, de la violencia, de la humillación que se vive en casa.

“En la mochila lleva una larga tela turquesa con la que trepa al árbol de una plaza que pronto se convertirá en su refugió ahí se siente leve como una mariposa”, escribe Bombara. Desde ese lugar tan cerca del cielo conocerá a Leonor, una jubilada dedicada al yoga, y a Darío, que desde abajo contempla sus movimientos.
La novela de Paula Bombara (Bahía Blanca, 1972 además de escribir, es bioquímica, egresada de la Universidad de Buenos Aires) salió publicada casi al mismo tiempo que se realizaba la primera marcha de #NiUnaMenos (3 de junio de 2015). “Casualidades -explica en su blog- que llevan a pensar en ese rol que los artistas ocupamos sin buscarlo, el de expresar los pensamientos colectivos que habitan el aire que todos respiramos. ”

-¿Cómo nació La chica pájaro?

-Nació de la impotencia y el enojo, de ser testigo de una pelea entre un chico y una chica en la calle y darme cuenta de que no me animaba a intervenir. ¿Por qué no me animé? Estaba con mis hijos y hablamos de lo que vimos a lo largo de todo el camino a la escuela y dentro de mí seguía esa pregunta: ¿por qué no intervine? ¿Cuál fue mi miedo? ¿Qué puedo hacer para que el miedo no me paralice? Es un tema que me ocupa, sobre el que estoy alerta, y sin embargo… llegado el momento no actué. La sensación de enojo conmigo misma, las preguntas que aparecieron, mis dudas, mi sensación de urgencia, hizo que a fines de 2012 comenzara a escribir esta historia.

-¿Cuál fue tu búsqueda?

-Siempre lo más difícil y, a la vez, lo más placentero, es cómo contar. ¿Cómo contar la historia de Mara sin esquivar ninguna complejidad? ¿Cómo, dando lugar también a mis deseos y a las reflexiones que fueron apareciendo a medida que investigaba para componer la trama?

-La problemática de violencia es un tema que está presente en la mayoría de tus obras. ¿Qué te lleva a ocuparte?

-Como parte de la sociedad, especialmente desde que soy madre y desde que elegí dirigir mi literatura hacia los jóvenes, creo que los adultos tenemos la responsabilidad, cada uno desde su lugar, desde aquello que eligió hacer, de hablar con nuestros chicos y nuestros jóvenes pensando juntos qué es violento y qué no. Hay actos de violencia muy naturalizados en las familias, en los colegios, en los medios de transporte, en la calle, en los trabajos. Creo que si se reflexiona sobre estos actos ya estamos plantando preguntas que pueden conducirnos a un cambio de actitud. Generar preguntas acerca de la naturaleza de la violencia, para mí, es una responsabilidad que adquirimos al crecer.

-Otra constante en tus obras es la mirada y el valor que se le da a los derechos humanos.

-Es cierto. La búsqueda de justicia y de respeto por los derechos de los hombres y de las mujeres de todas las edades es algo que forma parte de quien soy y, por lo tanto, se expresa en todo lo que escribo (Su padre fue desaparecido en 1975. En su novela El mar y la serpiente aborda la desaparición de personas durante la última dictadura militar en Argentina).

– ¿Considerás que la literatura puede generar un cambio en este tipo de problemática, que puede ser una canal para hablar de cuestiones que de otra manera muchas veces no se encaran?

-Creo que el arte es un modo de generar inquietud, de provocar. Y eso, internalizado y con reflexión de por medio, puede llevarnos a tomar decisiones diferentes. Hace falta que nos detengamos un momento, claro. A escuchar, a observar, a leer, a pensar y a hacer lugar a lo nuevo que ese arte provoca en nosotros. La literatura, cuando logra atrapar, cuando en nuestros pensamientos aparecen escenas que se leen como si una hubiera estado ahí, cuando provoca esa hermosa sensación de que estamos en la ficción y en la realidad al mismo tiempo, nos pone en un lugar de búsqueda. Estar ahí, a solas con el libro, a solas con nuestras inquietudes, con las emociones a flor de piel, lleva al diálogo, sí. A veces con otros, y siempre, con nosotros mismos, creo yo. Cuando un grupo de lectores leen lo mismo, se genera un espacio de diálogo muy interesante donde es posible expresar todas las emociones que la lectura generó. A veces, ver que otros están contando qué les pasó después de leer, ánima a contar lo propio, a veces son vivencias silenciadas por años que encuentran su cauce de palabras gracias a un personaje.

Pronto dará a conocer Lo que guarda un caracol (saldrá publicada en la colección de Loqueleo para jóvenes y adultos). “Es una novela que nació de una serie de preguntas, que surgieron mientras escribía La chica pájaro -anticipa Bombara-, relacionadas con la construcción de la tolerancia y el respeto hacia quienes percibimos muy diferentes a nosotros. ¿Qué hacemos en el quehacer cotidiano si nos toca convivir con alguien que ve el mundo de otra manera? ¿Cómo nos afecta? ¿Nos modifica? ¿Nos expone? ¿Existe eso que llamamos normalidad?

por Fabiana Scherer de LA NACION
VIERNES 14 DE OCTUBRE DE 2016 • 16:19