John Banville ganó el Príncipe de Asturias de las letras | Patalibro

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John Banville ganó el premio Asturias de las letras

El jurado destacó la "inteligente, honda y original creación novelesca" del escritor.

El autor de Los infinitos, cuya serie de novelas negras las firma con el seudónimo Benjamin Black, es el primer irlandés en recibir el galardón español

El escritor irlandés John Banville fue galardonado el pasado cuatro de junio con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014, al que optaban 24 candidatos de catorce países.

Banville (Wexford, Irlanda, 1945), propuesto por el vicedirector de la Real Academia Española, José Antonio Pascual Rodríguez, y por el embajador de España en Irlanda, Javier Garrigues, se impuso en las últimas rondas de votaciones a las del japonés Haruki Murakami y el inglés Ian McEwan.

El de las Letras es el quinto de los ocho galardones que concede la Fundación Príncipe que se falla este año y en los últimos años distinguió, entre otros, a autores como Antonio Muñoz Molina, Philip Roth, Leonard Cohen, Amin Maalouf, Ismaíl Kadaré y Margaret Atwood.

Banville logró con El mar su premio más importante, el Man Booker Prize 2005, el galardón literario más codiciado del Reino Unido y del que había sido finalista con El libro de las evidencias en 1989.

Entre otros reconocimientos obtenidos a lo largo de su carrera se encuentran también el Allied Irish Banks’ Prize (1973), el Arts Council Macaulay Fellowship (Irlanda, 1973) y el Lannan Literary Award (EU, 1997).

El autor irlandés residió entre 1968 y 1969 en Estados Unidos y, a su regreso a Irlanda, trabajó en el diario Irish Press y, tras su desaparición en 1995 fue nombrado subdirector del Irish Times, donde desempeñó también el cargo de editor literario hasta 1999.

Desde 1990 colabora con The New York Times Review of Books y su primer libro, Long Lankin, una recopilación de relatos, apareció en 1970, seguido por Nightspawn (1971) y Birchwood (1973), sus primeras novelas.

El heredero de Nabokov

La crítica considera a Banville el “heredero natural” de Vladimir Nabokov por su precisa prosa y por el uso del humor negro en boca del narrador mientras que estudiosos de la literatura como George Steiner lo han calificado como “el escritor de lengua inglesa más inteligente”.

Para el tribunal, presidido por el director de la Real Academia Española, Jose Manuel Blecua, sus libros muestran “un análisis intenso de complejos seres humanos” que atrapan “en su descenso a la oscuridad de la vileza o en su fraternidad existencial” y que deleitan por su maestría en el desarrollo de la trama y en el dominio de los registros y matices expresivos.

Serio e irónico como corresponde a su bicefalia narrativa, Banville (Wexford, 1945) comenzó siendo periodista y escribiendo cuentos hasta convertirse, a través de Benjamin Black, en un icono del género negro en el que se ha atrevido a resucitar al detective Philip Marlowe, creado por Raymond Chandler.

Amante del lenguaje por encima de todo, Banville es un autor metódico, artesano y pensador que utiliza el bisturí de la palabra para hurgar en el alma humana a través de relatos llenos de ritmo y poesía que abordan temas como la memoria, la soledad, la identidad o el erotismo.

Tras conocer la decisión del jurado, Banville aseguró desde Dublín sentirse “muy emocionado” por ser reconocido en un país “con una extraordinaria historia y cultura” y cuna de Miguel de Cervantes, el padre “de la novela de ficción moderna”.

El autor de El mar indicó que Javier Garrigues, quien lo propuso para el premio, le invitó una noche a cenar y le “cayó muy bien. No es habitual conocer a diplomáticos que entienden tanto de literatura como él”, además destacó que una de las cosas que le gustan de España es que “muchos asuntos importantes” se abordan en la mesa.

La faceta de escritor de novela negra a través de su seudónimo Benjamin Black fue valorada por José Manuel Blecua, al tratarse de la primera ocasión en el que el Príncipe de Asturias de las Letras distingue a este género en sus treinta y cuatro años de historia.

“No se premia a un nombre más sino a un novelista esencial en el panorama contemporáneo”, apuntó, por su parte, la catedrática de Literatura Española Rosa Navarro, también miembro del tribunal junto al escritor Fernando Sánchez Dragó.

Felicidades, Mr. Black

Entrevistar a John Banville es una doble experiencia. Por un lado, está el escritor prestigioso de prosa cuidada, pero, a poco que lo busque, el periodista encontrará además la brillante personalidad de Benjamin Black, el alter ego creado por Banville para firmar sus obras de novela negra.

Es un juego de espejos en el que el nuevo premio Príncipe de Asturias de las Letras se mueve a la perfección. No sólo en el terreno literario, sino también en el periodístico.

“La verdad es que Black va a acabar con Banville”, dijo el autor irlandés en 2008 a la agencia EFE, cuando visitó Madrid para presentar El otro nombre de Laura, la segunda entrega de la serie protagonizada por el forense Quirke.

Por entonces Banville/Black confesaba que se había enganchado a este personaje, que había debutado con éxito en El secreto de Christine, publicada en español en 2007 por Alfaguara.

Cuando Benjamin Black irrumpió en el mundo literario, la reputación de Banville como escritor ya había sido reconocida con el premio Booker por su novela El mar.

En aquella época, Banville se mostraba ante el entrevistador como un educado y amable caballero irlandés, un punto distante. Pero nada como dirigir las preguntas a Benjamin Black para que la cercanía aumentara y el periodista empezara a recibir frases redondas.

“En un mundo de caos como el actual, la gente necesita historias en las que todo encaje”, decía para justificar el éxito de la novela negra, en general, y de las obras de Black, en particular, en su primera entrevista con EFE, en 2007.

Elogios reales

Los Príncipes de Asturias remitieron ayer a John Banville un telegrama para felicitarle por la obtención del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2014 en el que elogian la “extraordinaria precisión de su escritura”.

En el telegrama, los Príncipes también ensalzan “sus complejas estructuras narrativas y el profundo análisis del ser humano en su obra y en la de su alter ego Benjamin Black”.