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Reseña

En el principio de los tiempos, la Luna y el Sol, que eran un matrimonio perfecto, vivían en armonía. Hasta que un día, la luna sorprendió al Sol besándose con el Lucero del alba. La Luna, enfurecido, le reclamó a su esposo por este acto de infidelidad y, como respuesta, el Sol la empujó con tanta fuerza, que la envió al otro extremo... a la noche. Es por eso que, hasta el día de hoy, vemos a la luna viviendo en la perpetua oscuridad de la noche. En esta amarga disputa la Luna lloró y fueron tantas las lágrimas que brotaron de sus ojos, que se fueron deslizando por las montañas, se hicieron ríos... y recorriendo las llanuras formaron lagos y lagunas ¡hasta llenar el mar Fue justamente una mujer mapuche la que logró subir a las montañas más altas consolar a la luna y enjugar su llanto, En agradecimiento, la Luna le regaló sus lágrimas y al derramarlas sobre la mujer, se transformaron en plata. Desde entonces, la mujer mapuche viste elegantemente de negro, por el color de la noche donde habita la Luna, y con lágrimas de plata se adorna y embellece.